En esta sección,
Apoderao, mito viviente de la Gestión moderna, opina sobre temas de
actualidad, vivencias personales, etc. y nos ilustra con su atinada visión
de la realidad.
Teoría de la Relatividad: falsa alarma
Acostumbro a ir a la
peluquería el segundo miércoles de cada mes, siempre que no caiga en
domingo, claro, porque estaría cerrada (soy un lince). Nunca he sido un
enfermo de la estética, pero comprendo que como gestor de la carrera de
Revillita, debo cuidar mi aspecto y proyectar una imagen adecuada. Allí
suelo leer las revistas científicas que tienen en la sala de espera, porque
soy un apasionado de la tecnología y las Interviús no hay forma de
pillarlas. El otro día leí un artículo sobre un físico llamado Albert
Einstein (el nombre me resulta conocido, yo creo que lo he visto en la tele o en otro
sitio). Sostiene este señor una extraña teoría que él llama "Teoría de la
Relatividad", y que a mí me suena a engañabobos. Para demostrarla, no tiene
ningún reparo en decir que un reloj que se mueve a la velocidad de la luz no
marca el tiempo, que su carcasa se desintegra para convertirse en energía,
etc. etc... Señor Einstein: es usted un cabestro. Si le gusta juntarse con sus
amigotes en el bar con más frecuencia de la aconsejable y vaciar unos
cuantos barriles, deje pasar un tiempo prudencial antes de ponerse a
escribir sobre Física y Matemáticas. En primer lugar, a nadie se nos ocurre lanzar un
reloj a la velocidad de la luz, porque te quedas sin él, como comprenderán
hasta los más cortitos. Segundo, si un reloj deja de marcar el tiempo porque
va en un vehículo rápido, ese reloj es una mierda, y lo mejor que puede
hacer usted es tirarlo a la basura y comprarse un Rolex, que son los que yo
anuncio, y tenga usted claro que yo no anuncio cualquier cosa. Por si le
queda alguna duda, sepa que he ido por la autovía desde Pamplona a Logroño
en 35 minutos, y mi reloj sigue funcionando con absoluta precisión. Rolex.
Doctor Manuel Fernández, yo a usted le tengo ganas
Siempre me he considerado un
hombre muy tranquilo. Las poquitas veces en que he intervenido en peleas (no
más de doscientas o trescientas, seguro) ha sido porque me provocaban, y
puedo decir con orgullo que he roto muy pocos brazos y piernas a mis
enemigos, hasta el punto de que no me han puesto demasiadas demandas y no
he perdido todas. Por tanto, queda claro mi espíritu conciliador y
pacifista. Sin embargo, hay cosas que a uno le sacan de quicio, por ejemplo,
unas declaraciones del Doctor Manuel Fernández, en las que critica a toda la
cuadrilla de Revillita, y remata con la siguiente perla: “Dicen que Apoderao
tiene una gran capacidad de gestión, pero yo le he visto en la ópera con katiuskas; hay algo que no me cuadra.” No puedo quedarme callado mientras se
nos insulta públicamente, sobre todo a mí, que soy el que más me importo.
Señor Fernández, usted va por ahí presumiendo de ser un gran psiquiatra y
todo eso, sin embargo, cualquier día de éstos le van a quitar la licencia,
porque es un desequilibrado, y a los hechos me incorporo: todos sabemos que
usted no come sopa de letras porque dice que le llenan mucho las mayúsculas,
cosa que puede ser admisible con la M o la R, pero totalmente falta de
fundamento con la L o la I, por ejemplo. También sabemos que suele nadar en
el mar con un banderín de córner metido en el culo para que no le pierdan de
vista los socorristas, lo cual no es lógico porque siempre nada a espalda.
Resumiendo, que usted estaría mejor encerrado, esto es tan cierto como que
Subterráneo Pargen gasta más champú después de torear. Por tanto, le
ruego que intente convertirse en una persona normal, como yo, y deje de
insultarnos, porque si no, me veré obligado a citarle a una reunión para
aclarar las cosas. Y cuando terminemos, no pienso llamar a la ambulancia.
Melgibson, un hombre de futuro
Hace unos meses, en febrero de
2007, me presentaron a Daniel Melguizo "Melgibson", un simpático muchacho de
Arnedo. Cuando me dijo que es informático, no pude evitar preocuparme,
lógicamente, pero tras hablar un buen rato con él, me pareció un tipo con la
cabeza bien amueblada y muchas ganas de crecer profesionalmente. Me contó
que ha patentado una boina con GPS, que puede resultar muy útil para
localizar a los abueletes cuando se pierden en los conciertos de María
Dolores Pradera o Miguel Ríos, en las gasolineras, etc. En breve lanzará una
versión más evolucionada, que permite desconectar el GPS o incluso la boina,
para los más osados. Además, Melgibson es un hombre de gran calidad humana,
sirva como ejemplo decir que siempre desinfecta su navaja antes de
clavársela a alguien, porque le encanta gastar bromas, pero sin hacer daño.
También es muy prudente, de esos que sólo tiran piedras contra los coches
cuando van rápido, ya que así es más difícil darles. Por todas esas
cualidades le he fichado como Jefe de los Servicios Médicos de nuestra
cuadrilla, y en pocos meses ha demostrado ampliamente su valía, como aquella
vez cuando me dolía mucho una muela y me recomendó ir al dentista, sin
necesidad de mirarme ni nada. No cabe duda de que es un
chico que apunta muy alto, observador, y con gran capacidad de análisis. Gente así es la que
necesitamos en España, para terminar de llenar las cárceles, se entiende.
¿Dónde me lleva esta vorágine?
Llevo
varios años como apoderado de Revillita, y han sido sin duda los más
intensos de mi emocionante vida. De enero a diciembre, no hago otra cosa que
gestionar y venga de gestionar. Son tantas las reuniones que mantengo con
los empresarios, las horas que dedico a planificar la carrera del maestro,
los actos sociales en que mi presencia es inexcusable… cuando cae la noche y
me pongo mi pijama del Pájaro Loco para ir a la cama, muchas veces no recuerdo
en qué ciudad me encuentro, aunque estoy siempre en la misma, pero eso es
otro tema. Entonces no puedo evitar pensar si este ritmo de vida es humano,
si estoy haciendo lo debido o tal vez estoy quemando mi juventud en la dura
lucha del apoderamiento… quizá deba echar el freno y replantearme el futuro,
porque esta temporada sin ir más lejos, ya he firmado una corrida y todavía
no estamos en diciembre. Aunque en el fondo, una voz interior me dice que
seguiré en la brecha, no vaya a enfadarse Asesino Pelines y me pegue un
tiro. Es que no cambia este cabrón.
Mensaje a Bill Gates
He leído
en El País una entrevista que le hacen a un tipo llamado Bill Gates, en la
que este señor, que debe ser americano, opina sobre muy variados asuntos.
Coincido con él en algunas cosas, pero me ha dolido mucho un párrafo en el
que dice textualmente: “Proliferan en Internet muchas páginas webs llenas de
contenidos tontos e inútiles, por ejemplo, www.microsoft.com o www.revillita.com”. No puedo evitar responder a este
tío. Señor Bill Gates: es usted un cabestro. No sé qué méritos habrá hecho en esta vida
para que le hagan una entrevista los de El País, pero supongo que será hijo
de algún famoso o del dueño del periódico. Sepa usted que la página web del
maestro figura entre las más visitadas por los miembros de su familia, que
ha sido traducida al castellano, y que varias multinacionales de la
comunicación han intentado adquirir sus derechos, con la intención de
cerrarla. Sepa también que estoy en conversaciones con un prestigioso
fabricante de relojes que quiere aprovechar nuestro tirón mediático para
hacer publicidad, insertando más anuncios en la página de inicio de nuestro
sitio web. En definitiva, antes de criticar, oriéntese usted un poco sobre
informática y evitará meter la pata, so animal.
Porsche o Mercedes
Llevo varios días dando
vueltas a la idea de cambiar de coche. Mis funciones como apoderado de
Revillita me obligan a desplazarme continuamente para ver toros en el campo,
hablar con las empresas, asistir a eventos, etc. Necesito un coche que sea
fiable, potente y seguro, porque no me puedo permitir faltar en tantos
sitios donde mi asistencia es imprescindible, pero además,
soy
consciente de que un gestor de mi nivel precisa un vehículo de prestigio, ya
que represento a un diestro de máxima categoría. Después de revisar
catálogos y páginas web de fabricantes alemanes y estudiar con detenimiento
las características de varios modelos, no termino de tomar una decisión:
pienso que me podría venir bien el Porsche 911, pero quizá sería más
adecuado el Mercedes 600, que tiene cuatro puertas y un maletero amplio,
donde me caben varios sacos de patatas y cajas de frutas. Además, me regalan
las alfombrillas y el chaleco reflectante. Ojo, de los verdes fosforitos,
que se ven mucho más que los naranjas. Sí, posiblemente, compraré el
Mercedes. Soy un lince.
Decepcionante Guggenheim
El
sábado pasado visité el museo Guggenheim de Bilbao, invitado por la Comisión
Taurina que organiza las corridas de toros de la Semana Grande. No había estado
nunca, pero debo admitir que me decepcionó. El edificio está anormalmente
retorcido, yo creo que es debido a que los albañiles apoyaron los planos en
el capó de un Citröen 2 CV y los siguieron al pie de la letra. Hace falta
ser cabestro. Eso no me gusta, porque te pierdes fácilmente por sus
pasillos, yo quise ir al water y aparecí en una sala llena de esculturas
rarísimas y deformes. No negaré que eran todas una mierda, pero claro,
faltaban los inodoros para los que somos normales.
Tampoco
las pinturas son del otro mundo. La que más me gustó era un retrato del
Doctor Spock, el de las orejas picudas que salía en Star Trek, porque estaba
hecho con mucho detalle, pero me desiluisioné bastante cuando me dijeron que
era una foto del Lehendakari Ibarretxe. En cualquier caso, muy bien hecha,
eso sí. Y con el valor añadido de ver a un político callado, que no es
fácil. Resumiendo, muy poquita cosa para interesar a un experto en
Arte como yo, que me han salido los dientes viendo poner cuadros al barbas
de Bricomanía. No aguanté en el museo mucho rato, la verdad.
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