El célebre poeta
finlandés Francisco Montoya Heredia "Montoyita de Helsinki" es un aficionado
cabal desde su más tierna infancia. Ha visto innumerables corridas de toros
y cuenta con la amistad de grandes figuras del toreo. Pero, ante todo, es
seguidor de Revillita, al que admira especialmente, no sólo por su actuación
individual, sino también por la categoría indiscutible de su cuadrilla. Tenemos el gusto de ofrecerles en primicia
mundial el poema que Montoyita ha compuesto en honor de
Revillita, artista excelso e irrepetible.
Revillita, tú eres la luz
halógena que ilumina al Planeta de los Toros, si me permites la alusión a
dichos invertebrados.
No me digas Revillita, no,
no me digas;
no me digas que estás cansado de torear
no, no me lo digas,
te estoy diciendo que no me lo digas, joder!
Feria de Abril en Sevilla, tarde de toros,
qué sería sin ti, Revillita,
sin tu capote torero desplegado ante las astas
de ese toro bravío que busca tus femorales
con intenciones de auditor resabiado.
Ese Pelines que llega
silencioso, como cae el rocío en la hojarasca...
No me lo quiero de creer, Revillita, no me lo quiero,
y sin embargo oprime mi pecho una premonición desgarradora,
cruel, vacía,
cuando pienso que un día
puedes irte de los toros,
harto del triunfo diario, del halago, de la persecución
de ese pueblo entregado a tu arte.
Entodavía estás a tiempo, torero,
de ilusionarte,
de ilusionarnos como lo está el avecilla joven
que mira confiada a los ojos de su madre
y alza el vuelo sobre los tejados
de Repuestos El Tenazas, 28108 Alcobendas, Madrid.
Miguelín Pérez,
no me enciendas las calderas,
que estamos a tres de agosto.
Soy Montoyita,
nací en Helsinki,
nunca supe hacer raíces cuadradas,
ni falta que me obstruye pa ser intelectual,
pero llevo el toreo en lo más hondo
de mi corazón gitano,
y te proclamo a ti, Revillita,
número uno de la torería.
Entraré en mi alma y buscaré las palabras
para convencerte;
no cejaré en mi empeño, te diré
que tu grandeza no puede esconderse en el retiro fácil,
en la gloria ganada por ti en mil batallas,
en mil sudores de sueño y sangre.
Sabes que eres demasiado grande, Maestro,
demasiado popular para vivir apartado, oculto
en el economato.
Asesino Pelines,
eres un cabrón con pintas.
Mama Juani La
Cartonera,
un buen día usted me puso
ese gran plato de fabada que quita tó el sentío,
y comencé a preocuparme seriamente
por el efecto invernadero.
¿Recuerdas,
Pelines,
cómo lo pasabas disparando con tu escopeta
a todo lo que se movía?
Apoderao, apoderado grande, súmmum del apoderamiento,
tuyo es el poder, la gestión rematada,
situar al Maestro en alturas de brillo y grandeza,
contratar su arte puro, verdadero,
en cienes de corridas de tronío.
La vecina del
quinto
me anda buscando...
Tras los ramales,
tras los ramales,
Pelines acechaba
tras los ramales,
y yo le presentía,
le vi las intenciones
de acribillarme,
del miedo que sentía
al ocultarme,
a mí se me encogían
los gitanales.
Ja me maten
si a mi primo Currito Heredia
no le dan antes de octubre
una licencia de taxis.
Se le olvidaba, Dios mío, se le olvidaba
a Angelito El Subterráneo su naturaleza mortal,
citando retador al toro negro,
toro negro que presagia revolcón en tres dimensiones
a ese Pargen que se levanta sin mirarse, ¡eh torito!
diciendo "dejadme solo".
Pargen de raza torera, Pargen de mi alma,
Pargen que asusta al miedo, Pargen,
estás como una puta cabra.
Esta noche pasaré
a saludar
a la vecina del quinto...
Sufre Enanito por
el compañero
en peligro;
quiere saltar veloz a hacerle el quite.
No puede, no puede, queda enganchado entre las maromas,
siniestras maromas,
y por más que se retuerce para salir de esa trampa,
y grita,
y lo intenta con todas sus fuerzas,
está atrapado Enanito.
No ha podido quitarle a Pargen
ese toro malo,
Enanito está destrozado,
y de la pena que tiene,
no veas cómo se descojona.
Pelines, si
tienes algún problema conmigo,
dímelo a la cara.
Temple y Revillita es lo mismo,
acariciar la embestida furiosa del bruto,
empaparle en una muletilla tersa,
que mueves suavemente, lacia,
a cámara lenta. Recordar tu toreo
de quietud enervante me conmueve,
siento el escalofrío del viento gélido cuando paseo
en agosto por las calles de Écija.
Guitarrones,
Guitarrones,
no me toques los..
Expertillo de niebla y frío de Burgos,
Expertillo torero,
pon ese toro en suerte a tu maestro,
capote jondo en tus muñecas de seda,
y acero ardiente el de tus pasos firmes,
Expertillo, Expertillo con aromas,
vuelas hacia la gloria sólo reservada
a héroes de verdad como tú,
pedazo de mamón.
Admirado Pargen,
tú que sabes de esto de tirarte en plancha,
¿qué tal resultan los suelos
de Porcelanosa?
He visto caer la noche en Granada,
amaneceres de tantos colores en Tal Majal,
el crujir de las aguas en las cataratas del Iguazú,
estampidas de cochinillos en Casa Cándido,
lo he visto todo, absolutamente todo, pero...
todo eso no es nada, Revillita, al lado de tus faenas grandes,
rotundas, tan innumerables que sólo podría
clasificar en mi mente,
por orden analfabético.
Pelines, pégale un tiro a ése,
pero di que es cosa tuya.
Peligro, horror.
Muerte.
No es el toro, no. Ha llegado al campo José Mari Alonso "Tachenko"
y en las dehesas españolas
tiemblan de miedo los toros bravidos,
¿qué putada les hará este desalmado?
Tachenko azota en bromas mortales,
y venga de azotar,
y venga de azotar.
Ya han huido los toritos, Tachenko, ya han huido
a Palestina, porque saben
que allí estarán más seguros.
¿Por qué no te dedicas, Tachenko idolatrado
a pelear en la mar junto al Capitán Pescanova,
o más lejos si es posible,
y nos dejas tranquilos?
¿Por qué no cesas, carismático Tachenko
de matar nuestra existencia con tus gracias?
Un día de estos te vamos a inflar a hostias.
Revillita grande,
Revillita Maestro,
torero forjado en guerras a muerte,
a sangre y fuego en las plazas más duras,
¿cómo te juntas con todos esos cabrones?
Tiene poquita
conversación
la vecina del quinto,
pero me he pegao tres horas...
No es el arte que
adorna cada uno de tus lances, Revillita,
ni la gracia de ese recorte oportuno para salvar al piquero caído,
ni el poderío inmenso de tus naturales de mano baja,
es la suma, el conjunto,
el global de lo que viene siendo todo,
lo que me empuja a seguirte por esas plazas,
admirarte en el triunfo repetido y arrollador,
saciar mi alma con el generoso caudal de toreo desbordado,
y es que no me jarto, no,
no me jarto
de emborracharme de toreo eterno,
o lo que sea,
pero en Helsinki no me vuelven a ver el pelo esos torresnos.
No pasa un día
sin que me acuerde
del butanero.
Por los parrales,
por los parrales,
andaba yo con Marta
por los parrales,
pensando en guarreridas
horizontales...
pero vino Pelines,
por los parrales,
y empezó sin motivo
a ametrallarme;
que no piense Marta
que soy cobarde,
pero yo ya no vuelvo
por los parrales,
si le van los suicidas,
que busque a Pargen.
Emblemático
Revillita, torero, torero,
cae sobre mis fatigadas pupilas
el atardecer cálido de la marisma gaditana,
y me trae ecos de mugidos de los toritos bravos;
digo yo que va siendo hora
de que saques unas gambas.
En el chiquero el
toro,
en el ruedo el Maestro,
Revillita espera a portagayola.
Abre el chulo de toriles el portón de los sustos
desatando la furia negra
sobre el capotillo mandón de Revillita,
y yo me quiero de morir.
Inmóvil el diestro,
heladoramente estático, se diría inerte,
vamos, que se está quieto de cojones,
inmóvil, repito, el diestro,
con un leve toque de muñeca
vuelve a evitar a la certera muerte;
a ver si esquivas así de bien, listo,
al pelma del Círculo de Lectores.
Perdona que te disculpe, Maestro,
me se amontonan los sentimientos a borbotones
rompiendo mis arterias entaponadas.
Si es que no está uno pa ná.
(Francisco Montoya Heredia, "Montoyita de Helsinki")
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