Actualidad rabiosa. | ||
(Por Ludovic Carlsson Svenson, "Cegatito de San Bernardo"). | ||
Pamplona (Navarra, España), 17 de mayo de 2020. Continúa a ritmo frenético la actualidad en torno a Revillita. Con enorme preocupación hemos leído un artículo en El Confidencial de Wisconsin según el cual el maestro ha sido ingresado de urgencia en el hospital psiquiátrico Nuestra Señora de las Cabras, de Calasparra. Al parecer, Revillita llevaba unas cuantas semanas diciendo cosas carentes de lógica, de modo que Melgibson (Jefe de los Servicios Médicos de Revillita) decidió ingresarlo hace unos días. Millones de aficionados en todo el mundo colapsan las redes sociales comentando esta noticia con enorme angustia. Hemos podido saber que en Noruega, donde Revillita tiene más de doscientos sesenta millones de partidarios (según datos estadísticos de www.revillitafanclub.com), quedaron bloqueados los servidores de Google debido al sobrecalentamiento generado por los usuarios, que no cesaban de hacer búsquedas sobre el maestro. Para conocer los detalles de este asunto tan delicado, que preocupa a millones de aficionados en todo el planeta, hablo con Apoderao, que me atiende con su amabilidad habitual. - Apoderao, ¿qué tal estas? - Muy bien Cegatito, gracias, estoy en Suiza, rematando unas gestiones sin dejar rastro en los discos duros. - Como debe ser. Te llamo para pedirte información sobre el estado de Revillita, toda la afición se pregunta qué le pasa. - El maestro se encuentra ingresado en el hospital, en permanente observación por un equipo de neurólogos, psiquiatras y un puntillero por si la cosa se pone fea y no vale la pena perder el tiempo. - ¿Qué tanto por ciento de posibilidades hay de que salga bien? - Hombre, bien, lo que se dice bien, no ha estado nunca y aquí no va a haber milagros, pero soy optimista y creo que puede salir más o menos como estaba habitualmente. - Cuéntame cómo se ha llegado a esta situación. - Esto viene desde hace unos meses. Recibí este email (yo estaba en copia) con la foto y el texto que transcribo textualmente:
“Mis queridas amiguitas Elenita, Martita, y Luisita: disculpad si os extorsionizo pero necesito vuestra ayuda, más que nunca: mi situación es desesperada. Apelo a vuestra condición de mujeres bellas, cultas y bravías para pediros consejo sobre una cuestión delicada. Como sabéis, desde hace tiempo mi simpática vecina, la Doctora en Zoología Mari Pili Torresnos (en la foto superior), planifica mi dieta y mis entrenamientos e incluso todos los días viene a casa para comprobar que hago bien los ejercicios. Gracias a sus sabios consejos he mejorado mucho mi preparación física, y he conseguido potenciar notablemente mi punto débil, los romboides, que me limitaban sobremanera en muchos aspectos. De este modo, he logrado enormes progresos en el parkour, dado que ahora mis agarres son realmente poderosos. Además, como Mari Pili me hace entrenar desnudo porque dice que le resulta imprescindible para controlar los aspectos biomecánicos de cada movimiento, medir las pulsaciones, la tensión y todo eso, no mancho nada de ropa y mi asistenta se evita poner la lavadora, con el consiguiente ahorro de tiempo y dinero. Hasta aquí, todo han sido ventajas, pero ayer, al terminar el entrenamiento, Mari Pili se acercó, me agarró con fuerza la cola, tiró hacia ella (no sin hacerme pupita) y me dijo: "Revillita, el sábado por la noche vienes a mi casa: te invitaré a un helado de fresa y te vas a enterar de lo que vale un peine." Reconozco que estoy confuso, pues Mari Pili me ha dicho siempre que los helados tienen mucha grasa y no son en absoluto adecuados para un deportista. Además, estoy temiendo que nos tomemos ese helado, la cosa vaya a más... y acabemos tomando un segundo helado, lo cual sería realmente perjudicial para mi metabolismo. Por otra parte, no entiendo eso de lo que vale un peine, a mí no me importa porque siempre me olvido de peinarme. Es más, no recuerdo si guardo el peine en alguna caja de herramientas, creo que por ahí estaba. ¿Debo aceptar ese helado con Mari Pili? ¿Me resultará dañino tal vez? ¿Cómo es posible que Mari Pili no haya reparado en estos detalles, con lo inteligente que es? ¿Qué puedo hacer para aclarar todo esto? Por favor, necesito vuestros consejos lo antes posible, ya que esta situación me resulta harto confusa. Gracias anticipadas, es decir, con antílopes.” - Apoderao, antes que nada conviene recordar a los lectores quiénes son Elenita, Martita y Luisita. - Cuando comencé a apoderar a Revillita, puse a su disposición varios consejos asesores de gran nivel, para quitarle presión, de manera que él solo tenga que preocuparse de lo suyo, que es entrenar, torear y triunfar a golpe cantado. Elena, Marta y María Luisa forman el Consejo Asesor para Asuntos Amorosos, Carpintería de Aluminio y Extracción de Raíces Cúbicas sin Pegar Tirones. Son tres mujeres muy inteligentes, a las que Revillita les consulta todo y las quiere mucho, por eso siempre las nombra con diminutivos. Además, Martita es la Directora General del Parque Móvil de Revillita, y María Luisa es la Directora del CERCAR, Comité Experto para la Racionalización de los Calcetines de Rombos, cargos de máxima confianza en nuestra cuadrilla. - Entendido, una vez hecho el recordatorio, vuelvo al tema que nos ocupa. Pienso que se trata de un asunto delicado, coincido con el maestro en que los helados no son adecuados para un deportista, y tampoco entiendo cómo ese detalle tan importante se le ha pasado a Mari Pili Torresnos, que es una entrenadora muy capaz. - Correcto, yo también pienso lo contrario que tú. El caso es que tras leer esto, Elenita, Martita y Luisita recomendaron al maestro que no aceptase la invitación alegando que no le sientan bien los helados para el flujo intestinoso, cosa que hizo, y de momento, se acabó el problema. - Más vale, pero al parecer la cosa no acabó ahí. - No, unos días después recibí copia de este otro correo, también preocupante:
“Mis queridas amiguitas Elenita, Martita y Luisita: disculpad si os extorsionizo pero necesito vuestra ayuda, más que nunca. Mi situación es desesperada. Apelo a vuestra condición de mujeres cultas, bellas y bravías para pediros consejo sobre un asunto que me preocupa sobremanera. La señorita que aparece en la foto es mi vecina Merceditas Goyeneche, Doctora en Ingeniería Mecánica y experta en automoción. Trabaja como Directora de Proyectos en una empresa de mecanizado de piezas para la industria aeronáutica, con lo difícil que es eso. Merceditas es una chica muy simpática y vistosa debido a su espectacular sonrisa, como podéis comprobar en esta misma foto. Además, tiene una educación exquisita y se hace querer. Cuando su trabajo se lo permite, suele venir algunas tardes a tomar el sol a mi piscina, porque dice que no le gusta estar sola en su jardín, y se entretiene hablando conmigo sobre mecánica del automóvil. Me ha enseñado muchos trucos de conducción y mantenimiento de mis queridos Minis (Pitufito y Naranjito), porque lo sabe todo sobre mecánica. Yo le estoy muy agradecido y disfruto con su compañía. La otra tarde me estuvo explicando un montón de cosas sobre los tornillos roscachapa y pasé un rato sensacional con ella. Habitualmente jugamos un rato al fútbol en el césped con el balón de Nivea, y como Merceditas va en topless y tiene las tetas grandes, se le mueven mucho en todas direcciones haciendo tolón-tolón, y es muy divertido (yo me fijo en esos detalles porque soy muy observador, otro quizá ni se daría cuenta). Además, me trae unos bocatas de jamón muy ricos y merendamos juntos. Lo cierto es que me encanta pasar las tardes con Merceditas, ojalá pudiera venir más días. Hasta aquí todo muy bien, pero ayer ocurrió algo que me ha dejado confuso. Estuvo conmigo tomando el sol y dándose un baño en la piscina, y cuando iba a cambiarse para ir a su casa, se me acercó, se quitó la braga del bikini, me rodeó el cuello con ella y me dijo: "Revillita, un día de estos te vienes a cenar a mi casa y después vamos a profundizar seriamente en lo que viene siendo un ajuste normalizado agujero-eje según el sistema ISO." Sin mediar palabra, sonrió, se puso un pantalón corto, una camiseta, y se marchó. Debo confesar que estoy desconcertado, porque hay algo que no me cuadra: ¿por qué quiere abordar el tema de las tolerancias según las normas ISO cuando aún no me ha enseñado nada sobre el proceso de mecanizado de los pistones, cigüeñal, árbol de levas y otras cuestiones básicas en mecánica del automóvil? ¿No sería más lógico tratar antes otros asuntos como la dirección de cremallera o el circuito de frenos? ¿A qué viene este interés tan prematuro en un tema no prioritario? Total, que no sé si debo ir a esa cena con Merceditas, aunque me dolería ofenderle si rechazo su generosa invitación. Os pido por favor que me aconsejéis sobre esta cuestión, pues estoy francamente preocupado y no sé qué debo hacer. Gracias anticipadas, es decir, con antidisturbios.” - Apoderao, confieso que yo tampoco entiendo a Merceditas Goyeneche, y si me invitase una noche a su casa a estudiar esos ajustes agujero-eje, no iría de ninguna manera, menudo rollo. - Totalmente de acuerdo, hay cuestiones técnicas demasiado complejas para abordarlas así como así. - ¿Qué le aconsejaron a Revillita las tres bellas señoras que le orientan en estos asuntos? - Le recomendaron que se fuera un par de semanas de vacaciones a Ponferrada, a ver si el aire puro del Bierzo le procuraba paz interior. Lógicamente, Revillita siguió su consejo al pie de la letra, pero se equivocó de carretera y acabó en Sanlúcar de Barrameda, el gilipollas, aunque es cierto que el tema de Merceditas quedó resuelto. - Muy bien, ¿y qué tal volvió Revillita de ese periodo de descanso? - Volvió más moreno. - Me refiero a su estado mental. - Bueno, algo mejor vino dentro de lo que cabe, pero al poco tiempo envió este otro email:
“Mis queridas amiguitas Elenita, Martita y Luisita: disculpad si os extorsionizo pero necesito vuestra ayuda, más que nunca. Mi situación es desesperada. Apelo a vuestra condición de mujeres cultas, bellas y bravías para pediros consejo sobre un asunto que me preocupa sobremanera. La señorita que aparece en la foto es mi vecina Carmencita Parrales, Doctora en Historia del Arte y gran deportista. Creo que no hay deporte en el que no destaque, pero sobre todo, juega al tenis de maravilla. Suele venir alguna tarde a casa y jugamos un rato a pádel, y yo disfruto mucho porque me ha enseñado varios golpes, colocación en la pista, etc. Además, me trae unos bocatas de jamón estupendos, y merendamos juntos. La verdad es que me encanta que Carmencita venga a pasar un rato conmigo. Sin embargo, el otro día ocurrió algo que me ha dejado pensativo. Cuando terminamos de jugar, nos dimos un baño en la piscina y al salir, me pegó un pellizco en el culo y me dijo: "Revillita, se me ha hecho tarde y debo irme ya, pero la semana próxima jugaremos un partido, después nos ducharemos juntos un buen rato y ahí pienso tener dos bolas de partido." Reconozco que estoy desconcertado. Carmencita es una gran jugadora de pádel y me gana sin despeinarse, así que no entiendo por qué motivo va a necesitar ducharse antes de tener bola de partido, ya que ni siquiera suda cuando juega contra mí. Es más, si se empeña un poco, en un cuarto de hora me gana un partido, sin ni siquiera calentar. ¿Entonces, por qué se quiere duchar durante tanto rato? ¿Tal vez piensa que yo le puedo ganar algún set y tendrá que emplearse a fondo? ¿Y por qué quiere disponer de dos bolas de partido una vez acabado éste, sabiendo que eso es una trampa más que evidente? Os pido que me ayudéis a resolver estas dudas, pues me distraen de mi objetivo principal, que es prepararme física y psicológicamente para rendir ante el toro. Gracias anticipadas, es decir, con antibióticos.” - Vaya por Dios, este correo me inquieta, francamente. Veo a Carmencita Parrales armada con esa raqueta y pensando en hacer trampas, y la verdad, siento escalofríos, Apoderao. - Tú y cualquier persona normal, por supuesto. - ¿Qué le aconsejaron esta vez Elenita, Luisita y Martita al maestro? - Le insistieron en que viajara unos días a Ponferrada, pero esta vez le contrataron un chófer. - Me parece un gran consejo, supongo que Revillita les hizo caso. - Por supuesto, allí estuvo unos días y volvió mejor, aparentemente. Lo malo es que unos días después, la situación empeoró. Al abrir el correo, me encontré esto:
Mis queridas amiguitas Elenita, Martita y Luisita: disculpad si os extorsionizo pero necesito vuestra ayuda, más que nunca. Mi situación es muy complicada. Apelo a vuestra condición de mujeres cultas, bellas y bravías para pediros consejo sobre un asunto que me preocupa sobremanera. La señorita que aparece en las fotos es mi vecina Susanita Rebolledo, Doctora en Matemáticas y gran aficionada al toreo. Aunque dispone de poco tiempo libre porque dedica muchas horas a la investigación, suele venir con frecuencia a casa y me explica muchas cosas sobre cálculo diferencial y álgebra, que son temas que me resultan apasionantes. También me ha ayudado a descubrir bastantes particularidades de los números primos, que son todos unos cabrones. Además, me trae unos bocatas de calamares bien grandes y solemos merendar juntos y nos bañamos en la piscina, que siempre la tengo a punto y bien limpia, como debe ser. En resumen, paso unos ratos muy agradables con Susanita y me encanta que venga a casa. Hasta aquí todo perfecto, sin embargo la otra tarde ocurrió algo que me dejó totalmente desconcertado. Después de jugar al ping-pong en el jardín, nos dimos un baño en la piscina, y cuando fuimos a secarnos junto a las tumbonas, Susanita se quitó el bikini, puso las manos sobre las caderas y sonriendo me dijo: "Revillita, el sábado vienes a cenar a mi casa. Te voy a preparar una sopa de marisco y unas ostras. Tomaremos un par de botellas de vino blanco y después de cenar, subiremos a mi habitación y te aseguro que ahí voy a tener la sartén por el mango." Debo confesar que estoy perplejo. ¿Susanita no mete la sartén en el lavavajillas justo después de cenar, como hace todo el mundo? ¿O acaso tiene el lavavajillas en su habitación, con el consiguiente problema del ruido, por no hablar de la complejidad de hacer instalación de fontanería fuera de la cocina? ¿O tal vez Susanita tiene otro motivo oculto y más rebuscado que no acierto a adivinar? En fin, demasiadas cuestiones a las que no encuentro solución, lo cual me resta la concentración necesaria para rendir en lo mío, que es ante el toro. Por tanto, mis queridas amiguitas, os pido que me ayudéis con un consejo acertado, pues Susanita es una chica estupenda y no me gustaría hacer nada que pudiera molestarle. Gracias anticipadas, es decir, con antinieblas.” - Apoderao, si la hipótesis del lavavajillas en la habitación de Susanita es cierta, entiendo la preocupación de Revillita, puede tratarse de un tema muy peligroso: subes con esa chica a la habitación después de cenar y vete a saber cómo puede terminar aquello, si me apuras, incluso puede saltar el diferencial. - Eso es lo que pensaría cualquiera con un poco de sentido común. En esta ocasión, Elenita, Martita y Luisita le dijeron al maestro que rechazara la invitación porque las ostras le sientan mal, ya que las suele abrir con la llave inglesa y se da unos pellizcos en el morro bastante desagradables. - Supongo que Revillita les hizo caso. - Por supuesto, rechazó amablemente la invitación poniendo alguna excusa y el tema quedó zanjado, aunque Revillita me comentaba de vez en cuando que le intrigaba saber si en la casa de Susanita las tuberías estarían soldadas o empalmadas mediante el sistema de tuerca de unión. - Es algo que nos preguntamos muchos. - Sí, tras superar este mal trago parecía que las aguas habían vuelto a su cauce, pero unos días después, recibí este correo:
Mis queridas amiguitas Elenita, Martita y Luisita: disculpad si os extorsionizo pero necesito vuestra ayuda, más que nunca: mi situación es desesperada. Apelo a vuestra condición de mujeres bellas, cultas y bravías para pediros consejo sobre una cuestión delicada. La chica que aparece en las fotos es mi vecina Estrellita Camuñas, Doctora en Derecho Mercantil y gran aficionada al toreo. También es una excelente judoka (cinturón negro), y ha participado en bastantes torneos con excelentes resultados, porque tiene mucha técnica y domina varias llaves muy eficaces, de esas que inmovilizan totalmente al rival. Aunque dispone de poco tiempo libre porque trabaja mucho y entrena varios días por semana, suele venir a casa cuando puede, nos tomamos un cafelito, me cuenta curiosidades de su trabajo, etc. Además, me trae unos bocatas de magras con tomate que quitan la cabeza y solemos merendar juntos y nos bañamos en la piscina, con lo bien que sienta eso en cuanto llega el buen tiempo. Resumiendo, paso unos ratos muy agradables con Estrellita y me encanta que venga siempre que es posible a casa. Hasta aquí todo normal, sin embargo la otra tarde ocurrió algo que me dejó totalmente desconcertado. Nos dimos un buen baño en la piscina, y al salir, Estrellita se quitó el bikini, me rodeó el cuello con sus brazos, y me dijo: "Revillita, un día de estos vas a venir a cenar a mi casa. Tomaremos una ensalada con un pescadito al horno y después iremos a mi habitación, nos pondremos cómodos y te haré unas cuantas llaves de las que no permite el Reglamento." No puedo negar que estoy muy confundido. Siempre me han dicho que conviene practicar deporte una vez que has hecho la digestión, y no inmediatamente después de comer, y mucho menos, tras la cena. Por tanto, no entiendo que una deportista experimentada como Estrellita pretenda que practiquemos judo (deporte muy violento) justo después de cenar, con lo mal que tienen que sentar en esos momentos los golpes, agarrones, caídas, etc. Por otra parte, para estos ejercicios no me parece correcto subir a su habitación, estos deportes se practican en un gimnasio convenientemente adaptado, con sus colchonetas en el suelo, sin muebles con los que puedas golpearte accidentalmente, etc. Además, no me explico a qué se refiere con eso de "nos pondremos cómodos" si al momento me va a caer la del pulpo. Si yo sospecho que me van a dar una paliza, no me pongo cómodo, me pongo lejos... Total, por más vueltas que le doy no le veo ningún sentido a esa cena, pero no me gustaría rechazar la invitación y darle un disgusto a Estrellita, con lo simpática que es siempre conmigo. No sé qué hacer, y darle vueltas al tema me está restando concentración para rendir en la plaza y ante el toro, que es lo mío. Por tanto, mis queridas amiguitas, os pido que me ayudéis con un consejo acertado, porque Estrellita es una chica estupenda y no quiero hacer nada que pueda molestarle. Gracias anticipadas, es decir, con anticuerpos.” - Apoderao, coincido totalmente con Revillita, mal asunto ponerse a practicar agarres con una judoka experta. Si me invita a su casa una noche, ya estoy corriendo desde ahora en sentido contrario. - Totalmente de acuerdo, Cegatito, veo que las coges al vuelo. - ¿Qué le recomendaron las chicas a Revillita ante una situación tan peligrosa? - Le enviaron unos días fuera, pero como en Ponferrada ya no le dejaban entrar, se vino unos días a mi finca y asunto resuelto, al menos temporalmente. - Entiendo que os llegó otro correo más… - Así es, otro email que me hizo reflexionar muy seriamente, mira esto:
“Mis queridas amiguitas Elenita, Martita, Luisita y Amayita: disculpad si os extorsionizo pero necesito vuestra ayuda, más que nunca: mi situación es desesperada. Apelo a vuestra condición de mujeres bellas, cultas y bravías para pediros consejo sobre una cuestión delicada. La chica de la foto es mi vecina Antoñita Gutiérrez, Doctora en Historia de España y gran aficionada al toreo. Suele venir a mi casa y pasamos buenos ratos hablando de toros, me cuenta anécdotas de la historia de España, nos damos algún baño en la piscina, etc. Además, me trae unos bocatas de ajoarriero muy ricos y me lo paso bomba con ella. Hasta ahí, todo perfecto, pero el otro día ocurrió algo que me ha dejado pensativo. Me había contado cosas sobre la historia de Andalucía, y al despedirse, me dijo: “Revillita, el próximo viernes quiero que vengas a cenar a mi casa. Tomaremos una ensalada con buen vino y después subiremos a mi habitación. Allí vamos a suponer que yo estoy en Sierra Morena y tú vienes con el trabuco.” Admito que estoy confundido y perplejido. Sé que Antoñita es una apasionada de la historia, especialmente en lo relativo a Andalucía, pero no me cuadra lo de Sierra Morena, porque seguro que se lo conoce de memoria. Además, qué pinto yo con un trabuco, tengo entendido que en Andalucía los atracos se han hecho siempre concediendo ERES a las empresas de los amigos, amañando cursos de formación con la UGT, etc., sin emplear armas de fuego, que las carga el diablo. No sé qué hacer, porque no me apetece nada ir a esa cena pero tampoco quiero disgustar a Antoñita, que es una chica estupenda. Por favor, dadme una solución lo antes posible. Gracias anticipadas, es decir, con bicarbonato.” - Mal asunto cuando aparecen los trabucos, Apoderao… - En efecto, nadie medianamente normal quisiera verse en esa situación. Afortunadamente las chicas aconsejaron a Revillita que se vendase el tobillo durante unos días simulando un esguince, y eso le sirvió para eludir la cita. - Gran consejo, más vale así, porque tiene que ser bastante desagradable subir a la habitación de Antoñita y que te empiece a soltar el rollo de Sierra Morena. - Desde luego, no quiero ni pensarlo. - De todas formas, aunque el maestro está muy bien aconsejado, no debe ser nada fácil vivir en ese barrio, en el que abundan las chicas tan frondosas… - Desde luego, yo no iría a vivir ahí de ninguna manera... pero él está bien integrado y eso es lo importante. Después de todo lo anterior, yo estaba preocupado por Revillita, y desgraciadamente, no me faltaban motivos. El martes pasado estábamos viendo el telediario en mi casa y conectaron durante dos o tres minutos con un mitin de Pablo Iglesias. Después de escuchar al coletas, me dijo Revillita: “Apoderao, no conozco a este señor pero da la impresión de ser un hombre honrado, coherente y con valores muy firmes. Seguro que éste vive en un barrio obrero y no abandona a su gente por nada del mundo.” - Nadie en sus cabales diría eso del coletas. - Exacto, comprendí que la situación había llegado al límite, así que llamé a Melgibson (Jefe de los Servicios Médicos) y tras analizar todas las circunstancias decidimos ingresar a Revillita en el hospital psiquiátrico Nuestra Señora de las Cabras, porque era muy urgente tratarle. - Está claro que tomasteis la decisión más prudente. - Creo que no había otra opción, hicimos lo correcto y esperamos que sea para bien. - Ojalá. Después de todo lo ocurrido, no quiero ser portador de más noticias negativas, pero quiero preguntarte sobre las últimas declaraciones de Castañita, en las que ha dicho cosas bastante feas. - ¿Qué ha dicho esta vez ese energúmeno? - Leo textualmente: “Lo tienen chungo en ese manicomio. Revillita no está como una cabra, está como un rebaño entero.” - Esas declaraciones me resbalan. Castañita tiene envidia porque torea peor que Revillita, que ya es decir. Por favor, dejemos el tema, no quiero polémicas con nadie y menos con ese lunático. - Me parece lo mejor, Apoderao. Te llamaré dentro de unos días para seguir la evolución de Revillita, ojalá que entonces ya esté bien y pueda abandonar el hospital. - Esperemos que sí. A veces no sabes si un paciente sale del hospital porque está bien o está bien precisamente porque ha salido del hospital. - Esa es la eterna pregunta, Apoderao, ¿qué fue primero, el huevo o el gallináceo? - No sé qué decir, porque si bien estoy seguro de que un gallináceo motivado es rapidísimo, el otro día pedí unos huevos con jamón en un restaurante y me los sirvieron al momento. Por tanto, prefiero no posicionarme en una cuestión tan delicada. - Lo entiendo perfectamente. (Fin)
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