Pamplona (España), 16 de noviembre de 2009. Todos los medios de comunicación
nacionales y extranjeros se hacen eco de la inesperada ruptura entre Beyoncé
y Apoderao. La noticia ocupa las portadas de toda clase de publicaciones,
incluso L’Observatore Romano ha aplazado la publicación de un reportaje
sobre el Papa Benedicto XVI para ampliar la información sobre este triste
suceso. Para conocer más detalles, hablo con Apoderao, que se encuentra
pasando unos días de descanso en Saint Tropez.
- Apoderao, estás en las portadas de todos los medios informativos.
- Sí,
mis actividades como gestor, y el éxito que habitualmente obtengo en todas
ellas me hacen ser un personaje de gran interés para el público, obviamente.
- Desde que terminó la temporada no sé nada de Revillita, ¿dónde anda?
- El
maestro está en Salamanca, haciendo tentaderos, preparación física, etc., en
definitiva, vida de torero.
- Siempre cuida su preparación al máximo.
- Por
eso está donde está, en lo más alto.
- Me veo en la obligación de preguntarte sobre el pleito con Castañita, que
te interpuso una querella criminal por no haber cobrado sus honorarios en el
festejo que tú organizaste en mayo de este año.
- No
puedo darte muchos detalles, sé que el tema está en trámites judiciales,
seguro que ganaré el pleito cualquier día de estos.
- Te veo muy convencido.
- Sí,
tengo abogados de sobra, así que gano siempre. Gracias a Dios, nuestro
sistema judicial funciona estupendamente.
- ¿Por qué lo dices?
- Por
eso, porque gano siempre.
- En esta ocasión quizá lo tengas más difícil, recuerda que no le has pagado
nada a Castañita por su actuación en aquella corrida.
-
Cegatito, no le he pagado porque técnicamente era imposible, el festejo fue
deficitario, como quedó aclarado en el balance que hice público en su
momento.
- Cierto, pero en aquel balance se comprobó que tú cobrase una importante
suma en concepto de indemnización por pérdidas, y al final ganaste varios
millones de euros.
- Cómo
se ve que tú no dominas la ingeniería financiera, querido Cegato. Yo tengo
que pagar restando una cantidad al importe líquido retributivo, mietras que
la indemnización pertenece a la partida de ingresos consolidables, y te lo
voy a dejar claro, lo que no puedo hacer es pagar a Castañita deduciendo del
consolidable.
- ¿Por qué?
- Es que
yo nunca he sido de consolidar.
- Queda claro. Supongo que al margen del pleito, en vuestra cuadrilla no
habrán sentado nada bien las declaraciones de Castañita, en las que dijo
textualmente que vosotros sois “unos homosexuales, unos tuercebotas y unos
descerebraos”.
- Así
es, evidentemente no nos gusta que nos llamen descerebraos.
- ¿Piensas emprender alguna acción de tipo legal contra Castañita?
- No, lo
que diga ese impresentable me entra por un oído y me sale por las
terminaciones marronosas del esfínter anal.
- Bien dicho. Cambiando de tercio, imagino que no estás en tu mejor momento
tras la ruptura con Beyoncé.
- Así
es, pero cuando las cosas vienen mal dadas pienso en mirar hacia delante y
tratar de remontar lo antes posible, con el máximo índice de remontamiento.
- Supongo que Beyoncé te habrá explicado los motivos de la ruptura.
- Te
equivocas Cegatito, he sido yo el que ha puesto fin a nuestra relación.
- Apoderao, si me dices que has sido capaz de dejar a ese pedazo de mujer,
sólo se me ocurre pensar que te has quedado ciego de repente o que profesas
el mariconismo. ¿Cómo es posible, por Dios?
- No te
pongas nervioso, amigo, para que entiendas mis motivos, creo que debes
conocer un poco mejor las circunstancias de nuestra relación desde que la
iniciamos hace unos meses.
- De acuedo, cuéntame.
- Nos
conocimos en mayo, aproximadamente, me acuerdo porque aún no era junio. Yo
había ido a Los Ángeles (Wisconsin, Colorado) a cerrar un negocio que se
saldó con éxito sin sobornar a ningún político ni nada, y para celebrarlo,
fui con mis socios a ver el concierto de Beyoncé.
- ¿Qué tal estuvo?
- Muy
bien, es una gran cantante, con buena voz y mucho ritmo. Por ponerle un
pero, creo que canta demasiadas baladas, una mujer con esa energía luciría
mucho más interpretando canciones más bravías como “las vacas del pueblo ya
se han escapao”, y otras de ese estilo. De todas formas, un gran concierto.
- ¿Qué ocurrió después?
- Cuando
terminó su actuación, alguien le dijo que yo estaba en la sala VIP, y
lógicamente, quiso conocerme, como no podía ser de otra manera.
- Hasta ahí todo normal. ¿Te causó buena impresión?
- Sí, es
una chica muy guapa y simpática, da gusto hablar con ella.
- Supongo que hablabais en inglés.
- No,
pese a que yo lo domino perfectamente, of supuesto. Hablamos en castellano,
porque su peluquero es de Barbate y le enseñó a defenderse bastante bien en
nuestra lengua. Lo cierto es que habla un poco raro, mezclando palabras de
aquí y de allí, pero tiene mucha gracia y se le entiende casi todo.
- Menuda suerte, Apoderao, una chica guapa, simpática, gran artista, la
mujer perfecta…
-
Hombre, para ser perfecta sólo le falta saber jugar a las ranas, pero yo
nunca se lo reproché por no parecer puntilloso.
- Imagino que el romance era inevitable.
- En
efecto, se enamoró de mí en pocos minutos. Yo no sé lo que tengo para las
mujeres, pero si esto es imán, cualquier día me declaran material
ferromagnético y me cortan para hacer chapas de transformadores.
- Lo que tienes es que eres un ser superior, y eso es tan cierto como que el
Pisuerga pasa por Vallecas, si me permites la breve acotación geográfica.
- No voy
a negar lo evidente. El caso es que empezamos a hablar un poco de todo para
conocernos y nos dimos cuenta de que éramos dos almas gemelas, así que le
invité a mi residencia de verano de Calasparra, enclave paradisiaco donde
los haya, pero sin cocodrilos ni cabrones con plumas tocando el tambor cada
dos por tres, con lo molesto que es todo eso.
- Seguro que aceptó la invitación.
- Por
supuesto, fuimos el siguiente fin de semana, y debo decir que disfrutamos de
unos días inolvidables.
- Intuyo que en esas circunstancias os dejasteis llevar y la pasión se
desbordó.
- Como
era de esperar. Hubo un momento en el que ella me agarró por las solapas, me
puso contra la pared y me dijo: “Chiquillo, te voy a arrancá er calsonsillo
a dentellás y te voy a dar lo tuyo y lo del Consejo de Administración de la
Hewlett Packard.”
- Me huelo que hubo un zafarrancho considerable.
-
Imagínatelo Cegatito, una mujer bella y enamorada, un hombre atlético y
bravío y venga de empujar… sí, aquello fue pa haberlo grabao los del
National Geographic, si me permites el alarido.
- ¡Viva España!
- Bien
dicho, ahí has estado atento.
- Me consta que la relación fue avanzando de manera satisfactoria.
- Sí,
porque cuando hay amor verdadero todo es más fácil. Fueron unos meses muy
bonitos, en los que cada uno sacó lo mejor de sí mismo, que no es poco en mi
caso. Cada dos por tres la llamaba por teléfono, cogía mi jet privado para
verla en cualquier parte del mundo, le escribía poemas, etc.
- Me gustaría haber leído alguno de tus poemas, Apoderao, conociendo tus
excelentes cualidades para todo, seguro que eran magníficos.
- Está
mal que yo lo diga, pero rozaban la perfección por la parte de arriba. A ver
qué te parece éste que le escribí un día en que estábamos separados por
motivos de trabajo:
"Morena mía, anoche pensé en tus ojos
Y
me acordé de ti
porque como eran tus ojos, pues me se hizo más fácil
de
relacionar.
Te
amo a todas horas, todos los días.
Te
amo los lunes, y también los sábados.
Incluso los miércoles, aunque haiga partido de Champions
y
tengas que joderme la tarde paseando por ahí contigo.
Eso es lo que tiene el amor, que no te duele hacer el imbécil
y
tragas lo que haga falta.
Todo es más bello a tu lado.
El
amanecer es más bonito si lo contemplo contigo.
Una flor luce en tu pelo más hermosa que nunca.
Hasta mi contable, Niño Porcino, que es feo de cojones,
por no hablar de lo reñido que está con la calculadora el animal,
ése también está más guapo junto a ti,
que eres lo más bonito del mundo,
porque lo otro es menos bonito, y por
consiguiente,
pues tú eres la que destacas."
- Apoderao, con esas cosas tan bonitas que escribes, no me extraña que
tuvieras a Beyoncé enamorada hasta las trancas.
-
Correcto, pero no se limitaba a disfrutar de mi presencia, sino que era muy
agradecida y cariñosa. Con todo lo que trabaja esa mujer, aún sacó tiempo
para componerme una canción que pensaba estrenar en su próximo disco.
- No me digas.
- Sí, es
un tema romántico y se titula “Apoderao, tú sí que eres un gestor de éxito y
los demás ni son gestores ni son ná. Cabrones.” Le quedó perfecto.
- No me extraña, porque es muy buena compositora. ¿Qué tal se encontraba
viviendo contigo?
-
Fenomenal, solía decirme: “Apoderao, Calasparra es el continente más bonito
que he visto en mi vida.” Estaba muy a gusto en España.
Dicen que no es fácil convivir con una estrella.
- No te
creas, todas las chicas que han vivido conmigo se han adaptado enseguida, y
Beyoncé también, porque pese a mi grandeza, soy un tipo muy normal. Mi única
manía es que siempre tomo la sopa con tenedor, para no atragantarme. Aparte
de eso, nada más.
- No me hago a la idea de que lo hayáis dejado, hace poco publicaron unas
fotos vuestras en varias revistas en las que se os veía muy bien.
- Creo
que te refieres al viaje que hicimos a Venecia, para descansar un poco.
- Ah, Venecia, dicen que es una ciudad muy bonita…
- Sí, lo
es, y con bastante potencial para edificar en varias zonas, aunque yo apenas
me fijé en eso.
- He estado varias veces a punto de ir pero no me decido, creo que me
perdería por esos canales tan intrincados.
- Tienes
que hacer como yo, Cegatito, cuando voy a Venecia me llevo a Mauro, mi
gondolero jefe. El tío va hecho un pincel, con su camiseta a rayas, su
gorra, etc. y se conoce la ciudad como la palma de la mano, nunca se pierde.
- Pues se pegará buenas palizas dándole al remo…
- No,
vamos siempre en motora. Mauro está en el comité de empresa de mi holding y
quiero tratarle bien, porque es un hombre de principios y sabe corresponder
como es debido. El último día nos llevó a conocer varios sitios típicos y
lo pasamos estupendamente.
- Y sin embargo, qué cerquita acechaba el fatal desenlace.
- Sí,
ocurrió unos días después. Cada
vez que lo pienso, se me saltan las lágrimas. Recuerdo que estábamos cenando
en un restaurante de París, Chez Mari Pili, un sitio en el que se come muy
bien y yo me encuentro muy cómodo porque siempre me voy sin pagar.
- Sitios así ya no quedan.
-
Cierto, yo había preparado una cena romántica, y contraté a un cuarteto de
cuerda que me salió a mitad de precio, porque vinieron dos tíos con un
espejo grande y daban el pego perfectamente.
- Eso es optimizar recursos.
- Claro,
y además dos músicos molestan menos que cuatro, y te dejan cenar tranquilo. Bueno, estábamos
tan ricamente cuando me sonó el móvil, rompiendo la magia de aquel momento.
A Beyoncé no le gustó nada pero tuve que cogerlo. Era Don Arturo Rebolledo,
empresario de Cascajarillos del Monte, que pensaba montar una feria de
tronío y quería contar con Revillita como base de los carteles. Me explicó
someramente los detalles y me rogó que estuviera con él la mañana siguiente
en Madrid, para cerrar todo lo referente a fechas, ganado y dinero. Le
contesté que en pocas horas cogería el jet para rematar la negociación, y
nada más colgar, vi a Beyoncé con una cara de pena que me se clavó en lo más
hondo del corazón. Entonces, un pensamiento fulgurante (fulgurátion
pensative) inundó mi cerebro y entendí que mis ineludibles obligaciones como
gestor hacían imposible cualquier relación seria con una chica. Cogí su
mano, la miré a los ojos fijamente, como de estar muy fijo, y le dije:
“Beyoncé, chavalota, nuestro amor es imposible, quiero decir, que no es
posible. No sé si me explico.”
- Durísimas palabras, Apoderao, durísimas palabras.
- Sin
duda. Ella se quedó un instante bloqueda, respiró profundamente y mientras
varias lágrimas surcaban sus mejillas, me dijo con voz dulce e infinita
ternura: “Apoderao, tú siempre estás gestionando y venga de gestionar, vaya
mierda de los cojones.” Nos despedimos con un fuerte abrazo y a los pocos
minutos ella salía hacia el aeropuerto con destino a Los Ángeles, mientras
yo apuraba mi copa sumido en una enorme tristeza.
- Beber para olvidar a una mujer, Apoderao, ése es nuestro destino como
machos alfa, ahogar las penas en alcohol…
- A mí
no me gusta probarlo, pero si hay que empujarse quince o veinte cubatas por
algún motivo, se hace y ya está. Luego hay que ser responsable y conducir
con prudencia, por supuesto.
- Como debe ser. Apoderao, nada más lejos de mi intención que criticarte,
pero hace unos años dejaste a Angelina Jolie, ahora haces lo propio con
Beyoncé… ¿te das cuenta del daño irreparable que estás causando entre las
mujeres más bellas y bravías del chous-brisness americano?
- En
efecto, reconozco que tras cada ruptura, voy dejando en esas chicas un
rastro de amargura indeleble. Soy consciente de ello, no obstante es algo
involuntario y me duele
mucho por ellas, se enamoran de mí hasta los alveolares y cuando todo acaba,
caen en un abismo difícil de soportar.
- Dejemos claro que no es culpa tuya, insigne Apoderao.
- Creo
que no, aunque es cierto que soy un bocado muy apetitoso para las mujeres, y
el hecho de perderme tiene que suponerles una tragedia de grandes
dimensiones, obviamente.
- Parece que tú lo vas superando.
- Hago
lo que puedo, pero no es fácil olvidar a Beyoncé. Por ejemplo anoche, llegué
agotado a mi mansión tras un duro día de trabajo y vinieron a mi mente
recuerdos de unos preciosos días que pasé con ella en Chicago (Nebraska,
Nueva Yersey). Allí, en aquellos parajes idílicos, entre palmeras y
cocoteros, disfrutamos de unos ratos inolvidables, nos olvidamos del mundo y
dimos rienda suelta a nuestro amor y venga de relinchar.
- Qué bonito.
- Por la
tarde nos comíamos un bocata de mortadela, salíamos a pasear entre los
arbustos (arbusting caminátion), y pasaban las horas sin darnos cuenta,
hablando de nuestras cosas. Es muy triste haber perdido todo eso.
- Ánimo, Apoderao, tienes que venirte arriba.
- Sí,
procuro compensar estas penas con otras cosas. Ahora estoy atento a ver si
me recalifican unos terrenos y puedo construir unas viviendas en la costa
mediterránea, que dado el envejecimiento paulatino de la población española,
corre el peligro de quedar despoblada cualquier día, y eso es algo que
debemos evitar entre todos, arrimando el hombro y pensando en el bien común.
- Ojalá tengas suerte, pero creo que últimamente está más difícil el tema de
los permisos.
- Para
mí no, ya le he comprado un chalet al alcalde, y este hombre es serio. No
habrá ningún problema.
- Tú siempre lo bordas.
- No sé hacer las cosas mal,
para qué te voy a mentir.
(Fin).
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